Gerard Mas (Sant Feliu de Guíxols, 1976) es un escultor al que le encanta boicotear la belleza de sus piezas combinando una técnica clásica inspirada en el Renacimiento con elementos pop rompedores. Su arte es irónico y, a veces, controvertido. Cuenta tanto con fans coleccionistas de antigüedades como con seguidores de corrientes más conceptuales.
GERARD MAS
2022 / 02 / 24
La mayor parte de tu obra son esculturas de mujeres. ¿Qué es lo que te interesa de la feminidad?
Son retratos imaginarios. Antes, hacía hombres, pero no sé por qué he ido tendiendo hacia figuras femeninas. Supongo que porque los hombres solía hacerlos como antihéroes y con la mujer jugaba a romper la supuesta imagen de virtud. Son retratos del Renacimiento y en esa época se asociaba mucho la belleza con una serie de virtudes. Le ponían un armiño, que es ese animal blanco, entre las manos, y era una imagen de pureza relacionada con la virginidad. Y entonces, yo le pongo una rata entre las manos y juego a crear estas tensiones, u otros elementos pop como unos brackets en los dientes o un chicle.
¿De dónde te viene ese interés por el Renacimiento?
Pues es un misterio como comienza, son fascinaciones personales. La historia del arte siempre me ha interesado y yo me dediqué a la restauración antes que a la escultura y me topé con que había mucho arte religioso, y en cambio no tanto arte civil, que es muy interesante porque te enseña la gente cómo era. Aristócratas, mercaderes, gente que podía permitirse pagar a un retratista. Siempre me gustó, sobre todo esta época en que tratan el retrato casi como una imagen religiosa y toma tintes casi surrealistas. Esa manera de pintar tan preciosista, las filigranas. Como si estuvieran representando alguna imagen divina.
«Siempre he hecho cosas así. Me gustaba el oficio de la talla de piedra, esos oficios antiguos que prácticamente no existían»
Y el contraste entre Renacimiento y elementos pop…
Siempre he hecho cosas así. Me gustaba el oficio de la talla de piedra, esos oficios antiguos que prácticamente no existían. Yo me crié artísticamente en un ambiente en el que hacer figuración se veía antiguo, casposo… Y era un poco para llevar la contraria, no quieres caldo pues aquí tienes tres tazas, lo haré aún más antiguo. Siempre tenía la tendencia de buscar la belleza, pero siempre tienes el prejuicio de que esto es demasiado cursi, muy tópico. Hasta que empecé a intervenir en esas esculturas, a hacerlas ya cargarmelas. Yo no estoy haciendo lecciones de belleza, pero y si le foto unos brackets, y si quita la lengua… Entonces hacía esculturas clásicas y ponía una boca abajo y le caía el peplum, aquella túnica y enseñaba las bragas… Utilizaba técnicas antiguas para hacer cosas más cercanas al dadá, cosas que forman parte de mi día a día contemporáneo… A mí, mezclar las dos épocas me crea un choque. Aplicar tanto tiempo a algo tan mundano, tan simple y aparentemente vulgar como meterse un dedo en la nariz o hinchar una burbuja de chicle.
O sea que ese prejuicio de hacer cosas tan bellas te llevó a «boicotear» tus esculturas…
Sí, sí. Yo no quiero aleccionar de qué es la belleza, al contrario. Mostrar la contradicción que existe en el propio arte y en nuestra forma de ver las cosas. Nos ocurre con el arte del pasado: lo vemos con ojos del presente. Tú ves ahora un retablo medieval y ahora toma tintes surrealistas. Trasladamos nuestra forma de mirar a estereotipos del pasado y entonces le cambiamos el significado. Un retrato que está sacralizado de alguna manera: introduces un elemento actual y pasas a mirártelo de una manera totalmente diferente.
¿Cuál es la influencia de la religión en tu arte?
Es innegable que el arte durante muchos siglos ha evolucionado en paralelo a la religión.
«Al final mi forma de trabajar es clásica, pero mis intereses van por otra parte»
Y el contraste entre el mundo animal y el humano también está muy presente en lo que haces.
Hubo una época en la que leía muchas cosas de biología y me gustaba mucho hablar sobre nuestra animalidad como humanos. Esa pretendida racionalidad que tenemos, pero que en el fondo somos lo mismo. Hubo una época en que hacía mucha mezcla de bebés y cerdos, como la gran nodriza que es una cerda con muchos lechones mamando y hay un bebé en medio. También hice un chimpancé, pero planteado como un busto neoclásico, una estatua porcestre en vez de ecuestre que era un niño cabalgando sobre un cerdo. Al final mi forma de trabajar es clásica, pero mis intereses van por otra parte, y de ahí el contraste entre contenido y forma que le da un aspecto más irreal a todo ello.
Lo que he visto también es que los animales que haces o son domésticos o tienen una relación muy cercana con los humanos.
Esto es buscado. Son animales de granja o de casa que no se han dignificado demasiado. Cerdos, ovejas, gallinas, ratas… Animales que en la historia del arte no se han representado como animales nobles. Y las ratas también he intentado dignificarlas al estilo egipcio. Son animales que nos provocan repulsión o que en el imaginario popular han sido denostados, mal vistos. Animales que nos puede hacer hastío ponerlos en un pedestal. Es ir a ver hasta qué punto puedo cambiar la visión que tienes de ese animal: vamos a convertirlo en deidad. Además es brutal que una estatua que ha hecho alguien se coloque en un sitio y la gente la venere. Con la pintura no ocurre tanto como con las imágenes bidimensionales: la gente las carga de tantas energías y vuelca esa espiritualidad. Y entonces es hacer ese ejercicio con un perro, con un gato, con una rata. Convertirlos en una imagen casi sagrada. Siempre me ha fascinado cómo tú estás trabajando con una madera o una piedra y se convierte en una escultura con ese significado tan bestia.
¿Cómo es ese proceso creativo?
Pues es curioso porque yo trabajo mucho por flashes. Tengo una imagen de lo que quiero y empiezo a modelar en barro y entonces te das cuenta de las mil lagunas que tienes y vas concretando. A veces es un misterio por uno mismo, pero se trata de tener la antena bien puesta.
¿Cuándo tardas en terminar una pieza?
Mis piezas son lentas. Depende, pero un mes y pico seguro…
¿Existe un componente sorpresa cuando vas trabajando materiales naturales?
Sí, me ocurre mucho. En función del tronco que encuentro, por ejemplo, moldeo la pieza. Hay sorpresas agradables, pero también desagradables y ya no puedes volver atrás y tienes que adaptarte. Me ha pasado que a veces he tenido que dejarlo porque no iba a ninguna parte.
«Yo no hago las piezas esperando dar un puñetazo en el estómago a nadie, pero se ve que hagas lo que hagas siempre habrá quien lo encontrará súper escandaloso»
¿Cuál es la prenda más controvertida que has hecho?
La chica que está amamantando un cerdito. De hecho, lo estaba haciendo por una exposición y me dijeron que lo dejara estar porque tenían algunos clientes que les podía molestar y yo pregunté por qué y me dijeron que podía recordar a una madre de Dios, que puede parecer muy irreverente. Y era una galería, un espacio contemporáneo donde la gente debería estar curada de espantos, pero parece que no, que todavía hay gente que puede llegar a asustarse.
¿Pero tú te autocensuras?
No, ¡qué va! Si no va aquí irá a otro sitio. Yo no hago las piezas esperando dar un puñetazo en el estómago a nadie, pero se ve que hagas lo que hagas siempre habrá quien lo encontrará súper escandaloso. Y yo pensaba que llegados a estas alturas todo el mundo había visto de todo, pero se ve que no… me hace gracia. Hay gente que me dice que lo que hago es más tradicional y otras me preguntan si hay alguien que pueda tener mis obras en su casa. Esta combinación de cerdos y humanos ha dado mucho asco a mucha gente.
O sea que tienes críticas de lo contemporáneos y de los más convencionales…
Si puedes cabrear a gente de las dos bandas es que estás bien, estás en un buen lugar. Pero de la misma manera me encuentro coleccionistas a los que les gustan cosas súper conceptuales que a la vez les gusta lo que hago yo; y también los que coleccionan antigüedades a las que les gusta lo que yo hago. A mí es lo que me gusta, el choque de la técnica clásica que utilizo con el contenido, pero esto no es algo nuevo. Banksy ya lo hace. Coger iconos de la historia del arte y ponles elementos pop de hoy en día y cargártelos.
¿Cuáles son tus referentes?
Estéticamente mis referentes se van muy atrás. El arte egipcio, el arte gótico, el retrato del Renacimiento, pero también Giuseppe Penone, Louise Bourgeois, Antonio López. De catalanes: Perejaume con su poesía visual y el fotógrafo Chema Madoz, los dos herederos de Joan Brossa. Y como escultores figurativos actuales me encanta el trabajo de gente como Bruno Walpoth y Efraïm Rodríguez. El dadaísmo me gusta mucho también.
Antes has comentado que hay gente que se pregunta si hay alguien que pueda poner tus piezas en casa… ¿Cuál es el lugar más surrealista donde sabes que hayan puesto una escultura tuya?
Surrealista no lo sé, pero hace tiempo hice a un niño que estaba incrustado dentro de una teta gigante. Estaba un poco inspirado en la teta gigante de esa película de Woody Allen, y al final un ginecólogo que se dedica a la reproducción asistida la puso en la sala de espera. También hice la dama de los brackets que está en la sala de espera de un dentista.
Esta gente tiene bastante sentido del humor…
Menos mal. A veces he hecho un tipo de piezas porque he visto que hay un arte tan pretendidamente profundo, sobre todo de la abstracción de la segunda mitad del siglo XX, donde todo estaba muy oscuro. Estos artistas de expresión gestual con un gesto entraban en una especie de conocimiento de algo muy profundo.
Pero tu arte tampoco es simple…
Esto espero. La forma en que trato las formas… lo hago con toda la intensidad para que aquello tenga un choque de ideas. No es una broma, no es un chiste. Y muchas veces prescindo de intentar sorprender al espectador con ningún tipo de contradicción. A veces, simplemente, me dedico a trabajar ese rostro, ese animal de la mejor manera que sé y espero que esto se note de alguna manera. Mi arte también es una forma de reírse de los supuestos cañones de belleza que debe cumplir todo el mundo.
«Mi arte también es una manera de reírse de los supuestos cañones de belleza que debe cumplir todo el mundo»
Sí, pero hoy en día con las redes sociales se da mucha importancia a la apariencia…
Sí, como ocurre en Instagram: que hay gente que se pone mil filtros y parecen más personajes de Pixar que personas. Yo también me doy cuenta de que a la que hago una chica con escote tiene muchos más likes que si hago un animal. Es curioso lo de las redes sociales: la gente funciona igual cuando miran una escultura que cuando miran a una persona.
Y para terminar, me puedes llamar un libro, peli, serie y disco.
El libro «Sapiens» de Harari lo he recomendado a todo el mundo que he podido. De música, he descubierto un grupo recientemente llamado Resavoir y sólo tienen un disco totalmente instrumental. De película te diría «La vida de Brian». De serie, «Fleabag», porque tiene un humor inglés muy bueno. Te estás partiendo la caja continuamente ya la vez piensas madre mía que tremendo.
ENTREVISTA: MARTA LUQUE
FEBRERO 2022
MAUS®
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